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De la Dignidad, a la Libertad: Sobre Renunciar a Complacer lo que los Otros Esperan de ti

... Para ir en busca de la Felicidad Verdadera debería terminar este título... Pero quedaría muy largo.

(Dedicado a las mujeres que son fieles a su corazón, y que buscan honestamente la felicidad)

En las relaciones que no son sanas, suele estar presente un arquetipo limitante: el Triángulo Dramático. Si ven mis posts anteriores, pueden notar que me encanta ilustrar los conceptos, meotodología y filosofía con películas... Con la vida, también, pero al menos las películas se las puedo recomendar para que ustedes puedan documentarse.

Recientemente vi una película llamada The Scandalous Lady W, que ilustra a la perfección este tema, la cual narra la vida de Lady Seymour Worsley (Natalie Dormer): una mujer que realmente existió, y que escandalizó a la sociedad británica por su "libertinaje".

La trama contextualiza el sometimiento de Lady Worsley - la víctima-, a su esposo: Sir Richard Worsley (Shaun Evans) - el agresor -, quien logra manipularla para que ceda a los juegos sexuales que le incitan (consintiendo tener relaciones con otros hombres en contra de su deseo), por miedo a decepcionarlo, consiguiendo que poco a poco Lady W quiebre su ilusión, voluntad, el amor por su marido, e incluso su mor propio... Una versión basada en hechos reales, y planteada de una forma mucho más refinada e inteligente que la incoherente (y me disculpan las fanáticas de esta saga) 50 Sombras de Grey.

Así, por el ánimo de complacer a su esposo, Seymour (Lady Worsley o Lady W) deja de lado sus verdaderos deseos, necesidades y anhelos... De hecho, entra en el juego mecánico del "deber ser" de acuerdo a lo que su esposo demanda de ella, y se va sumiendo en un abismo de infelicidad que parece ser lo natural... O más bien, la única opción.

Se dice que Lady W tuvo 26 amantes (aparte de su marido), y uno más (el salvador), quien le despertó nuevamente la voluntad de ser feliz... Siguiendo el amor erótico que la conecta de nuevo con el arquetipo de la joven doncella que quiere explorar, conocer y enamorarse de la vida, huye de su marido para poder vivir con su amante (su amor, lo llama ella), aunque lo que realmente está haciendo es salir de contexto para reconocerse a sí misma, y descubrir de lo que es capaz.

Por supuesto, ella, siendo la víctima, tiene al salvador (su amor) y al victimario (su marido) que hace lo posible para evitar que ella se libere... Y para mantenerla en su papel de víctima, ataca a su amante. Ahora bien, lo habitual en este triángulo de Agresor - Víctima - Salvador, es que la persona rota entre uno y otro rol, en una rueda incansable de sufrimiento... Lo esperado, de hecho, es que Seymour se sacrifique, manteniéndose al lado de su marido, para evitar el daño a su amante (mínimo)...

Pero... Aquí viene lo que me gustó de esta historia: Lady W no pasó de la víctima a la salvadora... Ella salió del triángulo dejando de lado la hipócrita "dignidad" que nos hace vendernos (o vender la felicidad), y que parafraseando la Real Academia Española significa el decoro de las personas en la manera de comportarse (suspiro de cansancio).

Y es que para poder Liberarse, Seymour toma la valiente decisión de exponer su reputación (y sí, que todos se enteren de sus 26 amantes - consentidos por su marido - más 1), para así demostrar a la sociedad británica que, a sus ojos, no vale nada, y que no tiene sentido la defensa del honor que busca su marido en un juicio en el que se cambian los papeles del "triángulo" mencionado arriba (el amante, el agresor que se roba a su inocente esposa, y el esposo el salvador que sólo quiere salvar a su mujer de este "amigo desleal").

Ella se salva a sí misma, claro que vive renuncias insustituibles (y dolorosas), otra decepción de los hombres (tiene que hacerla, ningún salvador es admitido), y se da cuenta de que la única forma de ser libre, es dejar de pertenecerle a alguien: sentirse completa, capaz, para poder enamorarse... De ella.

Rebosante de experiencia, Lady W no se cierra al amor, renace, de hecho, lejos de una reputación digna, y, sí, más cerca de un corazón libre.

Los finales felices no siempre son lo que esperamos... De hecho la felicidad no es un final... Es una búsqueda auténtica de la Libertad. Es el recorrido es lo que vale.

Love (yourself),

Yaramtia

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