Viajes que Cambiaron mi Vida: Despertar en Chile (1 de 4)
Mi maestro dice que nuestro destino cambia para mejor siempre que estemos preparados para ello...
Decidí hacer una serie de posts que voy a estar publicando durante 4 jueves acerca de la experiencia interna que tuve a partir de 4 viajes, específicamente. Si bien la vida es un viaje y vivimos transformándonos a cada instante, una sagitariana necesita un impulso fuerte, un cambio de perspectiva para que algo nuevo despierte adentro... Y esto es lo que representan los viajes para mi.
Para esta "mini" serie escogí 4 viajes que realicé estando ya dentro mi camino espiritual. 4 viajes guiados por mi maestro, junto con "mi tribu" o mi comunidad. Hubo otros interesantes, excitantes... Pero fueron estos 4 viajes que me llevaron adentro de mi mundo interno, despertando una nueva aspiración cada vez. Si tuviera que resumir en una palabra lo que significó cada una de estas experiencias para mi (a lo eat, pray and love), sería:
- Despertar en Chile
- Descubrir en India
- Decidir en Perú
- Disfrutar en Indonesia
Despertar en Chile:

Durante el año 2009 (a mis 26 años) viví experiencias enriquecedoras emocional y profesionalmente. Se puede decir que me sentía realizada. En ese momento ya hacía parte de Kai Woman como productora de eventos de crecimiento personal, y no me tomaba muy en serio lo del desarrollo espiritual. La verdad, quería pasarla bien, y la profundidad que requiere mirar hacia adentro, no me interesaba mucho en ese momento. Mi mirada estaba volcada hacia afuera... La pasé bien, claro que sí. Viajé, conocí nuevos países, personas interesantísimas... Estaba enamorada y disfrutaba de estarlo. Fiestas no faltaban, buena música menos. El equipo de trabajo del cual hacía parte en ese momento era el dreamed team, de hecho, son amigos que mantengo hasta hoy con alta estima. Comencé a sentir que quizás la parte de desarrollo no era tan interesante como este mundo que vivía en aquel entonces... Así que me alejé por un tiempo... 6 meses si no me equivoco. Seguí pasándola bien. Hasta que me aburrí.
Aquí comienza el viaje realmente, antes de irme a Chile. Regresé a mi escuela de desenvolvimiento por aburrimiento, buscando algo distinto para mi vida. Volví con todo, quería profundizar, quería formarme como instructora. ¿Por qué si todo estaba bien en mi vida no me sentía satisfecha? En enero de 2010 viajé al sur de Chile a la Montaña de Cóndor Blanco para participar en uno de los retiros que se organizan allí. Debo hacer un paréntesis y decirles que hago parte de Cóndor Blanco dede 2005 (incluso un poco antes, pero redondeemos...), pero fue hasta ese verano sureño, 5 años después, cuando escuché una conferencia de Suryavan Solar (mi maestro, del que les hablo arriba) y por primera vez me hizo sentido... 5 años después. Al final del encuentro, él habló sobre la posibilidad de realizar un retiro de 3 meses a un año en la montaña. La idea me pareció genial... Para mi equipo de Kai Woman, pero no para mi. Total, mi vida ya estaba organizada. Trabajo, pareja, pasárselo bien. ¿Qué más podía pedir a los 27 años?
Una de las instructoras de Kai Woman, Amaniksha, pasó por Venezuela durante ese año y tomé una consulta con ella de Life Coaching, tipo para tener una orientación e intentar descubrir por qué tanta crisis existencial si todo estaba "bien". Ella me hizo la pregunta poderosa: Yaramtia ¿Por qué en lugar de decirle a las personas que vayan de retiro a la montaña no te vas tú? Pues no lo había pensado... Es decir, quién en su sano juicio se va a un retiro de mínimo 3 meses cuando tiene todo en orden... ¿Cierto?
Bueno, adivinen... Decidí ir. Y cuando decidí... Todo se empezó a diluir... Mi relación en realidad no estaba tan bien... Yo seguía enamorada, claro que sí... Y pienso que él también, ambos a nuestra manera. Pero nos estancamos. Mi trabajo me gustaba, sí... Pero ya no tanto la verdad. Pues no había terminado de contarle a nadie mi decisión y ya mi relación había terminado, mi ex comenzó a salir con una de mis amigas, y de repente ya no era tan divertido frecuentar los mismos lugares por aquello de encontrártelos. Además él y yo trabajábamos juntos (jaja sip), así que ir a un trabajo que ya no me motivaba tanto y de paso tener lidear con eso, era como too much. Ok, ok... Mi decisión de cambio de destino tuvo que tener un pequeño empujoncito. En el momento no lo entendí, pero ahora lo agradezco. Para poder despertar, no podía haber nada que me atara al pasado.
Boleto sin retorno:
Intentando cerrar los ciclos (y heridas) abiertas emprendí el viaje en enero de 2011. Es medio complicado empezar nuevos ciclos sin haber cerrado los anteriores... De esto me di cuenta después, y me tomó 3 años más (en paralelo) sanar y recordar con cariño esa etapa emocional. No les echo el cuento largo porque estamos hablando del viaje ¿Cierto? Quizás en otro post (a lo Arquetipos del Amor ;) ).
Vine por 3 meses... Tipo por una experiencia de transición. Vivir en la naturaleza, experimentar algunas estaciones y por qué no, la vida en comunidad, después me iría a vivir a Buenos Aires (porque los venezolanos tenemos un fetiche argentino ve tú a saber por qué). 3 meses que se convirtieron en 6. Entremedio el segundo viaje que cambió mi vida (India - en el próximo post), y 6 meses que se convirtieron en 6 años (no, nunca me fui a Argentina y ya como que el fetiche se me pasó).
Despertamos cada día:
Esta montaña se convirtió en mi hogar. ¿Que si me imagino en otras partes? ¡Claro! Y si tiene playa y sol mejor, sin eso de las estaciones. ¿Qué puedo hacer? nací en tierra caliente... Me imagino en otros lugares, pero vivo aquí, me entrego aquí, me transformo aquí. Mi corazón se abre aquí. Mi lugar es aquí.
Aquí desperté a una nueva forma de ver la vida. Me di cuenta que me encanta la ciudad y que también puedo vivir sin ella (y que debo visitarla de vez en cuando porque se quedó en mi memoria celular :) ). Que el vegetarianismo no es extremo si tu actitud no lo es. Que a las comunidades se nos encasilla como hippies, y si eso somos, es mentira que los hippies no trabajan. Trabajamos, no porque debamos, sino porque amamos lo que hacemos. Me di cuenta que la profesión cuenta, siempre que esté al servicio de una causa noble. Que no tenemos que complacer lo que los demás esperan, sino sentirnos complacidos con la vida que llevamos... Respetando, siempre. Nuestro ritmo y el de los otros.
Comprendí que no todos tienen que pensar como yo, aunque a veces no entienda por qué no lo hacen (jajaja). Desperté cuando entendí que estoy aquí gracias a mis ancestros, y que abrirme el camino es ahora mi responsabilidad. También aprendí que cocinar para 10 es lo mismo que para 30... Pero a partir del número 31, necesitas apoyo extra y no hay nada de malo en pedirlo... Y no solo para cocinar, sino en la vida. Desperté cuando conocí las estaciones... Ellas duran 3 meses cada una, el proceso parece largo, pero el verdadero cambio se da en un instante, y si no estás atent@, te lo pierdes... Así como en la vida.
Aprendí que abrir el corazón es un proceso gradual, a veces se siente bien , a veces da miedo y a veces duele, pero qué bueno que puedo vivirlo. Aprendí a despertar el amor (si es que la palabra no me queda grande) por un maestro, apreciando tanto su grandeza y su humanidad, que también es grande. Y que ese despertar se produce también en un instante, y que si estamos atentos, puede abrirnos el corazón y cambiarnos la vida. Comprendí que un maestro te muestra el camino, pero que tienes que recorrerlo tú. Que él ve tu sombra y la confronta, porque prefiere tu luz. Desperté en el momento en que me di cuenta que si bien soltamos el pasado, hay tantas experiencias que atesorar... Porque son ellas las que nos cambian. Y las que cambian nuestro destino.
Y hoy:
Una vez pensé que no me gustaban las personas... En realidad no gustaba de mi misma, porque no había aprendido a mirarme y a aceptarme. A valorarme lo suficiente para despertar la intención de transformarme... No en otra persona, sino en quien realmente soy. Hoy convivo con personas, trabajo con personas, vivo por y para las personas... Veo a las personas. Es un talento, claro, pero para mirarme con humildad. Ellas son mi espejo, me enseñan a ser objetiva y comprensiva. ¡Ah! Y todavía pierdo la paciencia, pero gano tanto más...
(Continúa el próximo jueves)
Love,
Yaramtia