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Yo Sí Celebro Ser Mujer

Durante esta semana, las redes estuvieron repletas de mensajes, informaciones, promociones, reflexiones (y para usted de contar) dirigidas a las mujeres, a propósito del Día Internacional de la Mujer. Me tomé el tiempo para leer muchas, publicar algunas y reflexionar en otras... Entre ellas: "este día no se celebra, se conmemora".

Después de darle varias vueltas, preguntándome por qué me incomodaba la demarcación de lo que podía o no podía hacer en un día como ese, me permití escribir el manifiesto: Yo Sí Celebro Ser Mujer, inspirado en la causa que me mueve, el trabajo con las mujeres, y con base en las enseñanzas de Suryavan Solar y Sol Deva Nita, a quienes agradezco por enseñarme que de las polaridades, es como surge el encuentro.

Sé que el día de la mujer conmemora la lucha de la mujer por la consecución de la igualdad de derechos con el hombre, partiendo del hecho de verse en una desventaja notable con respecto a las condiciones de trabajo paupérrimas que desembocaron en más de un horrible accidente que incluyó heridas y muertes, no sólo físicas sino emocionales.

También sé que la mujer, en el pasado, se "quedó en la casa" no tanto por decisión propia, sino en el momento en que el hombre se dio cuenta que si tenía sexo con una fémina, esta se quedaba embarazada, entonces significaba que ese hijo era de él. Siendo esto así, él podría legar su propiedad y sustentarla a través del tiempo con su descendencia. Pero para que el hijo, efectivamente, fuera de él, tenía que asegurar que la mujer también era de "su" posesión, por lo que más sencillo era limitarla.

También sé que la mujer está en la búsqueda, consciente o inconsciente, de su verdadera naturaleza, de su poder original... Y digan lo que digan, este no es igual al del hombre, no puede serlo. Podemos exigir igualdad de derechos, de oportunidades, pero no podemos confundir eso con querer ser iguales a los hombres. No lo somos. Y eso es maravilloso.

Recientemente conversaba con unos amigos acerca de los ritos de pasaje de los hombres en algunas tribus, como la búsqueda de visión, donde se probaban a sí mismos, para poder pasar a la etapa adulta. Alguien preguntó: ¿Y las mujeres no hacían esas pruebas también? No... Y no es porque no fuera justo, sino porque no era necesario... Nuestro cuerpo trae incorporados los ritos de pasaje... Tenemos ciclos, como la luna y cuando dejamos de ser niñas, menstruamos. Algunas mujeres deciden embarazarse y tener hijos y otras deciden gestar proyectos y emprender... Es el mismo poder, el poder de dar a luz. De crear, de dar vida.

Si hay alguna lucha que librar es la de la libertad... Pero del ego, de la victimización, de los patrones y condicionamientos arraigados por generaciones... Desde la creencia de que si no tenemos un hombre, nos morimos (porque de hecho en la época de las cavernas si no teníamos un hombre que nos protegiera, nos moríamos), hasta la creencia de que si nos permitimos ser vulnerables, entonces somos débiles.

Si realmente somos capaces de ser nosotras mismas, de aceptar nuestro cuerpo, expresar nuestras emociones, despertar la conciencia, rescatar nuestras raíces en la tierra y nuestra relación con la Pacha Mama, nuestra conexión con el cielo, con lo sagrado y lo divino... Entonces habremos conquistado la mayor de las virtudes de una mujer: La Presencia.

Y cuando exhaltamos esta virtud, no es necesario luchar, no son necesarios los mecanismos de defensa, mucho menos las represiones, los juicios y las críticas. Mucho menos las categorizaciones... Los límites se disuelven y ya no hay obstáculos que valgan. Nos volvemos manifestadoras del destino que merecemos como dadoras de vida en esta tierra, como representantes de la naturaleza en este planeta...

Cuando estamos presentes, no necesitamos luchar desde la carencia, porque sabemos que somos la abundancia y todo está a nuestra disposición: el trabajo, el amor, los derechos, la vida.

¿Creen que Alexandra David Neel hubiera recorrido el Tíbet con 57 años si se hubiera enfocado en lo que no podía hacer? Ella confió en su poder, y lo hizo. ¿Creen que Anaïs Nin hubiera vivido el amor libre presa de los condicionamientos sociales? Ella se desidentificó y lo vivió... Esa pasión es lo que nos enciende la chispa de la libertad.

Y es que la presencia no es otra cosa que el poder de una mujer que transmite el conocimiento, no de lo que sabe, sino de lo que se ha permitido vivir con libertad. Y la libertad solo es verdadera si nos permite trascender, si nos conduce a la serenidad. Y a ese espacio podremos acceder si nutrimos nuestro ser, tanto con el placer (ese que tanto disfruta nuestra venus interna), como con la contemplación de la naturaleza, llenando nuestros sentidos con lo sagrado que nos rodea (eso que hace plena a nuestra luna interna).

En algunas culturas, a las mujeres que aún se les reprime ¿qué se les hace? Se les encierra. ¿Y qué más? Se les corta placer, desde impedirles estudiar lo que se le venga en gana, hasta cortarles el clítoris para que no puedan disfrutar del acto sexual. Dejan de ser creadoras, para convertirse en procreadoras.

Hoy muchas mujeres podemos decidir qué queremos hacer, estudiar, en qué queremos trabajar, si somos emprendedoras, funcionarias, empresarias o amas de casa, o a qué queremos dedicar nuestra vida... Podemos expresarnos a viva voz y si nos da la gana, tener una o varias parejas y despertar nuestra madurez sexual, incluso podemos hacer caso omiso de lo que digan o piensen de nosotras, y prestar atención a nuestra voz interior. Seguir un camino espiritual, renunciar a todo y construir nuestro propio mundo.

Pero hoy, también, muchas mujeres no pueden.

Por eso, valorar lo que tenemos es vital para abrirnos hacia algo mayor, no desde el reclamo, sino desde la apreciación, observando, con detenimiento, que nuestra vida preciosa, que nuestros dolores y alegrías nos sanan, que la naturaleza nos engrandece, y por eso necesitamos salir de las 4 paredes, entrar en contacto con los 4 elementos y construir nuestro lugar de poder interno, donde podamos dedicar cada día a la libertad de cada mujer, hasta que podamos rescatar nuestro verdadero poder, desde nuestro centro, no desde la comparación o la competencia.

Tenemos la capacidad de luchar, por supuesto que sí, pero después de la lucha, viene el ritmo, el arte y la meditación... Que nos llevará a develar el misterio de lo femenino.

Yo Sí Celebro, con placer, lo divino y sagrado de Ser Mujer...

Y agradezco profundamente tener esa oportunidad en esta vida, y dedico estas palabras a la libertad de cada mujer que habita, ha habitado y habitará esta tierra sagrada.

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